La obesidad es una enfermedad multifacética que precisa de distintos métodos multidisciplinarios para prevenirla o tratarla con éxito. El campo de la nutrición cumple un papel esencial, ya que influye considerablemente para combatir esta patología. Evidencia científica, recolectada en los últimos tiempos, expresa que existe una posible relación benéfica entre el consumo de lácteos y el control del peso.
Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), la obesidad es una enfermedad crónica y progresiva que se caracteriza por el aumento anormal o excesivo de grasa corporal. Se entiende que influye no solo en el aspecto biológico del individuo, sino también en lo social y psicológico, ya que incrementa el riesgo de desarrollar diferentes enfermedades físicas y mentales, disminuye la calidad de vida y, por ende, aumenta el riesgo de muerte. A escala mundial alrededor de 3 millones de adultos mueren al año a causa de esta enfermedad.
Aunque la mayoría de las estadísticas sobre obesidad señalan que es un problema de salud que sufren los adultos, se ha convertido en un problema epidémico en infantes, siendo un gran reto para los países desarrollados y en vías de desarrollo en pleno siglo XXI. Los niños que padecen de sobrepeso u obesidad tienen mayor probabilidad de ser obesos en la adultez y contraer padecimientos crónicos como Diabetes tipo 2, enfermedades cardiovasculares o cáncer.
El índice de masa corporal (IMC) se suele usar para determinar si una persona sufre de obesidad y sobrepeso. ¿Cómo saber si estoy en el peso ideal? La fórmula para calcular el IMC es el peso (kilogramos) dividido por la estatura (metros) elevada al cuadrado. Una persona sufre de sobrepeso cuando el IMC es de 25 a 29,9, se define obesidad con un valor de IMC de 30 a 39,9 y obesidad grave con un IMC de 40 o superior. Es importante tomar en cuenta que no es lo mismo tener grasa que músculo.
Según la encuesta STEPS, realizada en 2018, en Ecuador el 25,7 % de los adultos sufre de obesidad siendo un porcentaje mayor en las mujeres, que bordea el 30,9 %. Además ha destacado que el 17,8 % de los ecuatorianos de entre 18 a 69 años no cumple con las recomendaciones de la OMS de realizar al menos 150 minutos de actividad física moderada por semana.
En ese sentido, la obesidad se puede alcanzar a partir de malos hábitos alimenticios, sedentarismo y, evidentemente, por falta de actividad física causando complicaciones mortales para la persona. Sin embargo, esta enfermedad también puede ser hereditaria y como consecuencia de trastornos metabólicos y hormonales.
Varios estudios clínicos han evaluado la relación que tienen los lácteos con el control de la pérdida de peso. El consumo de los derivados de la leche con un alto contenido de calcio y proteína (en el contexto de una dieta restringida en calorías) podrían ayudar a las personas obesas o con sobrepeso a reducir su peso, grasa corporal y circunferencia de cintura-cadera. Esto quiere decir que hay un efecto favorable al incluir productos lácteos en dietas con baja ingesta de calorías. Por sus componentes lipídicos bioactivos, la presencua de calcio biodisponible y proteínas de alta calidad, los lácteos destacan en dietas equilibradas, y se ha comprobado científicamente que su consumo contribuye al control de IMC.
Si usted o algún familiar sufre de esta condición es importante que visite a su médico de cabecera y a un nutricionista para que evalúen su condición y tomen las mejores decisiones para alcanzar su peso ideal. No obstante, se puede prevenir esta enfermedad con una dieta balanceada y saludable rica en frutas, verduras, cereales, lácteos y proteínas controlando el consumo de carbohidratos, azúcar, sal y grasas saturadas, mantener una rutina de ejercicio físico (mínimo 30 minutos al día) e hidratarse constantemente. Recuerda: le mejor guía alimenticia siempre irá de la mano de guía profesional.
¡No deje que un inadecuado estilo de vida arrebate su salud y bienestar!
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